miércoles, 10 de diciembre de 2014

¡ Sí CREO EN SS. MM. LOS REYES MAGOS DE ORIENTE !



Hace ya muchos años, pero muchos muchos... en una buena y cristiana familia se celebraba, como todos los años, la Navidad y la Fiesta de SS. MM. Los Reyes Magos de Oriente...

En uno de esos años, uno de los hijos de esa familia que he nombrado dijo, desde mucho antes de la Navidad, que eso de los Reyes Magos era un bulo, una cosa no real, ¡vamos!, que no se lo creía, que era mentira!

Pasaron los días y semanas y ya en fechas de Reyes Magos el buen niño decía lo que le gustaría que... pero como no creía en los Reyes Magos, pues no hizo la carta, ni la puso en el Buzón Real que el Capitán de los Pajes de SS. MM. recogería "casa por casa" en breve como lo hicieran sus otros hermanos.

Llegó el día esperado por todos los niños y niñas, ese 5 de Enero y... como uno más, el niño que no creía en los Reyes Magos corrió a ver la Cabalgata de su ciudad...

Pasaron los policías en sus motos con las sirenas y sus luces de color azul parpadeantes; pasaron muchos pajes andando llevando en sus manos las antorchas que iluminaban el camino por donde llegaba la comitiva; otros, montados en hermosos caballos bien adornados para el evento, daban esplendor al desfile. 

Pasaban y pasaban camellos y caballos cargados de regalos, y el niño los miraba atento, con esos ojos saliéndose de sus órbitas; pero seguía diciendo que no se lo creía, que los Reyes Magos no eran verdad...

Cuando la comitiva Real pasó por delante de él, la carroza del Rey Gaspar se paró bruscamente; se hizo un silencio inmenso entre el bullicio de la gente. El Rey Gaspar empezó a mirar a todas partes con una mirada rápida pero a la vez lenta y fijando sus ojos en algo que esperaba encontrar, pues sabía que estaba entre la muchedumbre medio escondido. 

De repente, fijó su mirada en un niño y bajando de su trono sin dejar de mirar a ese niño, éste quedó petrificado cuando vió al Rey Gaspar a pie de calle, junto a su carroza rodeado de pajes, y viendo que se dirigía hacia él muy sonriente, el niño quedó petrificado; no supo reaccionar, no supo qué decir, quedó mudo...

El Rey Gaspar se le acercó y le dijo: 

-Sabes, hermoso niño de pelo negro y ojos vivos, los Reyes sí existimos -dijo el Rey Gaspar con voz potente y suave a la vez. 

-Ve a tu casa y verás que te tenemos para ti, ve...!!!

Gaspar volvió a subir a su carroza y la comitiva siguió su camino dejando atrás a aquél niño temblando, llorando de emoción y a la vez perplejo por lo sucedido...

Cuando llegó a su casa con sus hermanos y sus Papás, observó cómo la ventana del salón estaba abierta, entraba el frío aire de la noche y... los tres vasos de leche estaban vacíos, de los dátiles solo quedaban los huesos y habían tres montoncitos de regalos; dos eran muy grandes y uno era chiquito.

El que era chiquito ponía el nombre de nuestro amiguito y ¡zasss!, su contenido no le gustó; no era de su agrado ver a sus hermanos jugando con bonitos regalos y él tener que conformarse con unos trozos de carbón negro y reseco que ensuciaban las manos al tocarlo; eran como los que ponía su abuela en el brasero para no pasar frío en los crudos inviernos en aquella gran casa. 

Quedó el niño de piedra, desamparado, triste... y recordó las palabras del Rey Gaspar que le dijo en la Cabalgata... y llorando de pena corrió al portal del Belén que su padre había montado en el salón de la casa y arrodillado lloró pidiendo perdón a los Reyes Magos que allí estaban ante el Niño Dios.

Aquella noche se acostó llorando y entre lloros y sollozos se fue quedando dormido. Fue una noche corta para quienes jugaban con sus regalos y deseaban que pronto amaneciera para enseñar a sus amigos y familiares los presentes de los Reyes. 

A la mañana siguiente, nuestro protagonista despertó sobresaltado, pues en sueños un ángel le dijo que SS. MM. Los Reyes Magos le habían perdonado y que mirara bajo la cama, que igual...!!!

Allí!!, allí bajo su cama, no había nada!!; quedó parado y recordó que en la casa habían más camas y...

-En la del hermano mayor- pensó; pero allí no había nada...

-En la del benjamín tal vez... tampoco!, nada de nada...

-¡Ya está!, seguro que en la de mis Padres-, pero tampoco...

Medio llorando se acercó al Portal del Belén y vio algo bajo el pesebre... era una "notita" escrita en letra desconocida, como si fuera escrita por alguien especial...

Decía que mirara bien bajo la cuna del Niño Dios, y levantando la tela que cubría el Belén quedo parado, se puso rojillo, le saltaron las lágrimas a ver que allí, sí sí, allí tenía muchos regalos y una notita que le decía: ¡¡¡ Los Reyes Magos existimos, no lo olvides nunca !!!

Jamás lo olvidó y hoy, día en que los Reyes están preparando sus comitivas para bajar a la tierra a dejar los juguetes y regalos a todos, nuestro protagonista ya está junto a ellos en el cielo, adorando todos juntos al Niño Dios que pronto nacerá en nuestros corazones.

Va por tí, hermano, no me olvido yo ni de tí, ni de los Reyes Magos y menos de nuestros Padres, Mª  Pilar y Antonio que durante muchos años fueron los "pajes" de SS. MM. Los Reyes Magos de Oriente en la tierra.


AUTOR: Javier María Martí Martínez

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