viernes, 22 de mayo de 2015

Tu heroína


Por una parte soy la que te cuida en cada situación peliaguda, te arropa con su capa, te protege entre sus brazos, te mantiene a salvo en su seno, su pelo te huele a seguridad, su piel como una nube para ti, sus ojos serán los que mas te protegerán pues a ti te enseñaran el universo y a los demás su destino, su boca solo pronunciará las palabras mas dulces para tus oídos, su nariz como la de un sabueso sabrá cuando sientes miedo y sus manos están hechas acorde a tu figura.


Por otra parte soy tu droga, la que necesitas día a día, con la que no puedes vivir si no está, te inyectarías cada molécula de mi por tenerme dentro, pagarías millones por tenerla contigo, recorrerías medio mundo por encontrarme porque te parezco la mejor, pondrías tu vida en peligro solo por protegerme.


Por ambas partes, soy tu heroína.


AUTORA:  Sara Suárez

jueves, 21 de mayo de 2015

Hombre enterrando a esposa dos años después de enterrar a hija


Adelántate

El asombro ya no es parte de mí
lo maté hace dos años cuando
ella se reunió con tantos otros

El verde dejó de oírse por esta orilla y
los días abiertos de Abril se
difuminan y empastan para
mantenerme inmóvil

Adelántate

Y por favor diles que para mí
la luz sea celeste
que no soporto el blanco ni el
síndrome de la bata

Yo todavía tardaré un rato en
poner un pie detrás del otro
Siempre fui el más lento…
incluso para morir

Ahora son las hojas las que
ordenan al viento ¿Las ves?
Inquietantes
cubriendo su último castillo de arena
la pala roja
el minúsculo rastrillo amarillo

Adelántate

Juntad las manos
las caras
compartid el soplo
La promesa se hincha y lo ocupa todo

La promesa:
Fue
Fuiste
Soy

Seremos.


AUTOR: Juanje Frayfregona

miércoles, 20 de mayo de 2015

Al pie, del Verdugo


Hay personas tan lejanas, parapetadas en sabe Dios que desconexión con la empatía, que un día se levantan creyéndose en el derecho de comentar cualquier cosa que se publique en Internet. Y por supuesto que creo en la crítica: en la constructiva anotación o apunte que enseña e instruye, aportando un ejemplo para que visualices las mejoras conllevadas. Por supuesto que sí. ¡Estaría bueno! Lo obvio no tiene respuesta. 

¿Pero me podéis decir que tiene este comentario de instructivo?

"No esta mal, pero estaría mejor que te decidieras, o por la rima, o por el verso libre. Personalmente prefiero el verso libre, aunque en este tuyo, creo que seria mejor rima completa. Cosa de pensarlo un poquillo"

Y digo yo que para algo está el icono del ME GUSTA, o simplemente pasar de largo, o siendo más justos decir. NO ME GUSTA. “Me quedé con la sensación de que el Verdugo me había perdonado la vida a última hora, sacrificando su pie con el hachazo desviado”.

No lo sé, pero estoy casi seguro que la literatura poética lo aguanta todo. ¿O está todo escrito ya como con las matemáticas? Las normas establecidas tienen dos caminos, o seguirlas o abrir una nueva senda. Suelo recordar mucho esta frase, entendiendo que desgraciadamente existe la irrefrenable verborrea, pero “si lo que vas a decir no es más bonito que el silencio, cállatelo”

La respuesta no se hizo esperar, y creo que no vendiendo nada, ni pretendiendo más que liberar mi mente, no pude refrenar mí impulsiva contestación. 


-el día que escriba UNO SOLO de mis textos pensando en cómo le gustaría a alguien que los realizara, creo que me convertiría en una especie de “caníbal”. O sea, que me tendría que comer mi propia “ALMA”. Por cierto, una vez tuve un perro que, mientras le enseñaba a dar la patita, a sentarse, o a hacer sus necesidades en la calle, le decía “no está mal” ¿Sabéis lo que pasó?.... ¡fue muy curioso!…. Todavía lo recuerdan en mi barrio (se comió su alma). A partir de entonces le tuve que llamar “DESALMADO”, ¡creo que nunca le gustó ese nombre!-

Las cosas no se piensan un “poquillo” o se piensan o no se piensan. Llevo 50 años decidiendo cosas, y escribirte esto ha sido mi última decisión de hoy. Ya ves, me estimulas.

Si por un casual, mis palabras hacen brotar una perla desde tus hermosos ojos, házmelo saber. Me encanta cuando algo que escribo conmueve. 

Por cierto, siempre he querido hacerme un tatuaje, ¡qué mejor ocasión! Me grabaré cerca del corazón esa frase (no está mal), cuando alguien me pregunte, la respuesta la tendré clara. Cosas del ALMA. 

Gracias por usar tus dos últimos “comodines” conmigo: el de “hoy me levanté crítico literario” y el de “voy a encaminar la vida a otro puto idiota”. 

Te lo agradezco en el ALMA.

¡Uff, que a gusto me he quedado! Creo que voy a llamar a Ferran Adriá para comentarle que no mezcle alcachofas confitadas con trufas y emulsión de wasabi, si lo va a servir en un sorbete… ¡Jope!…


Ya veis, no es que no me gusten las críticas, lo que no me gusta es la “lejanía y la falta de empatía” de las mismas. 

Bueno, creo que a ella tampoco le gustó mi respuesta.



AUTOR:  Carlos Suárez

martes, 19 de mayo de 2015

Los monstruos del romanticísmo


Siempre que cae en mis manos un texto del Romanticismo acuden a mi mente sus monstruos. Y me sorprenden. Esa mente agitada, esos momentos históricos que llevaron a los escritores decimonónicos a crear a Fausto, a Frankenstein, a Dorian y a don Juan. ¿Podríamos conocer todo un movimiento artístico y cultural tomándolos como base? Porque nunca antes la literatura había creado a seres tan extremos.

Empezó Goethe, anticipando un atormentado siglo y su búsqueda de libertad. Insaciable aprendiz de todo y con una curiosidad sin fin. Goethe y su Fausto, deseoso de conocimiento, de sabiduría. Un decepcionado con la ciencia que busca en el amor la felicidad. ¡Conocimiento total! ¡Como si eso fuera posible! Y ahí el diablo. Presente. Siempre acechando a los insatisfechos, a los que siempre “quieren más”, dispuesto a comprar su alma y convertirlos en sus esclavos.

Y Frankesntein nació de la pluma de una mujer; una jovencísima Mery Shelly que nos legó unos de los personajes de ficción del que más interpretaciones se han hecho. Literarias, cinematográficas, en cómics, en filosofía. ¿Qué ansia corroía al doctor Victor Frankenstein, para llevarlo a desafiar a Dios? ¿Vida de la muerte? Lo consiguió. Eso sí, con la ayuda de la ciencia (no por la magia de los milagros como le ocurriera a Lázaro o a Jesús). Su bravuconería debía ser castigada y “el hijo” se volvió contra “el padre”. “¿Quién te crees que eres, Victor?”.

Y nos queda otro insatisfecho. ¿Por qué Dorian Grey no se contenta con nada? ¿Por qué todo es para él insuficiente? Ni lujuria, ni poder, ni dinero logran aplacar su sed. Sed… ¿de qué? La eterna juventud que ve como todo y todos a su alrededor se desmoronan y Dorian… en pie. Cada vez más bello mientras su imagen se denigra hasta lo imposible en ese cuadro en el desván. Óscar Wilde solo escribió una novela; esta. ¡Qué personaje nos dejó! Tan encantador como una serpiente. Nos muestra la lucha interior de su autor siempre sostuvo entre la luz y la oscuridad. El bien y el mal.

Y en España Zorrilla no crea, sino más bien “se recrea” con la figura de don Juan (que Tirso de Molina nos regaló allá por el siglo XVII) y lo populariza hasta convertir esta obra en la más representada del teatro español. Don Juan Tenorio; ese burlador irreverente, insolente y desafiante; orgulloso de sus fechorías y dispuesto a enfrentarse con Dios con su “¡Cuán largo me lo fiáis!”

Dios y el demonio están profundamente presentes en estas obras. Y en la vida de sus autores, por supuesto. Los cuatro personajes desafían a Dios. Los cuatro pecan. La insatisfacción es su cruz. ¡Quiero más! Y son castigados severamente. No hay perdón posible. Pero uno se salva. El amor de una mujer logra salvar a don Juan al filo del abismo. Quizá es este quien anuncia el fin del Romanticismo; sin castigo no hay pasión y sin pasión se acabó este movimiento.

Fausto, ¿cómo osas querer poseer la total sabiduría?

Victor, ¿pretendes convertirte en creador de vida?

Dorián, ¿qué te hace pensar que podrás librarte del destructor paso del tiempo?

Juan, ¿estás seguro de que alguna deuda puede quedarse sin pagar?


AUTORA: Victoria Monera

lunes, 18 de mayo de 2015

Al puto agujero en el estómago cuando no estás



La escultura de
tu ropa ovillada
al pie de una cama
deshecha de impaciencia

El salto al vacío a través
de un colchón con aires
de neurótica incontinencia

Pinceladas dispares con
trazos conspicuos en
febriles bajorrelieves

El lienzo
tu espalda

La victoria
tu espalda

El crimen
el amanecer

La víctima
mis ganas

Hoy como ayer deseo que los días sean negros como la noche que atraviesa el tiempo que tardas en volver a describir la órbita elíptica que permite la destrucción creadora de nuestro colapso tras el choque. La serpiente de todos los principios lo dijo:

-Dile hola y cierra los ojos-.


AUTOR: Juanje Frayfregona

viernes, 15 de mayo de 2015

El salto


- ¡Ándale, no seas cobarde! – gritó mi amigo entusiasmado ante la vista esplendorosa que el acantilado nos brindaba esa mañana de abril.

- ¡No es cobardía! ¡Es precaución! – le contesté apenas asomando la nariz, con el viento fresco lamiendo mi rostro y con un gesto que denotaba que la ida no me terminaba de gustar.

Apenas a una semana de haber iniciado el curso de salto en parapente; ya estábamos ahí, dos jovenzuelos con ganas de volar, intentando romper las leyes de la gravedad en busca de la realización del sueño infantil alojado en nuestros corazones.

- ¡Bueno! ¿Listo? ¿Ya te decidiste? ¿El rojo o el azul? – me dijo tomando con la mano izquierda una de las correas de la mochila azul y como sin querer, dejando a mi elección la roja.

- ¡Ya qué! Me toca este. ¡Sólo espero que se abra a tiempo y no me vaya yo a dar un buen madraz…! 

- No te preocupes hijo, – me interrumpió el instructor. Un hombre maduro y atlético, muy experimentado, espigado con rostro amable y muy seguro de sí mismo – si no fuera porque el salto es suyo, lo tomaba y saltaba yo…

En mi mente contesté raudo y veloz – “pa´luego es tarde, pues salta tú” – pero mi amigo confirmaría que mi falta de ganas de saltar, se debía a que no estaba del todo convencido en que hacer el salto en la primera práctica fuera lo más prudente o sea, que tenía miedo de llevarme el chingadazo de mi vida en mi primer salto.

Pese a mis dudas y preocupaciones personales, los preparativos continuaron, una leve revisión a las mochilas, arneses y a la técnica del conteo antes de jalar de la cuerda que liberaría el paracaídas. Todo parecía estar en su lugar, pero el gusanillo de la duda ya había hecho en mi mente “tremendo hueco del tamaño de la manzana que se estaba comiendo.”

- Todo listo – nos indicó el instructor - ¡Ahora sí, vamos a ver de qué están hechos! – dijo en tono animado y muy seguro.

Brincando de alegría y haciendo calentamiento como si fuera a correr los 100 metros planos en las olimpiadas representando a nuestro país, mi amigo se acercó al punto donde se dispuso el despegue y acto seguido grito...

- ¡LISTOS!

Mientras que yo me puse detrás de mi mochila de salto, como que no hubiera escuchado el llamado del instructor ni el grito de guerra de él. En ese instante volteo me dijo:

- No te haga al loco. ¡Vas canijo! O ¿qué? ¿No es lo que hemos soñado hacer desde que éramos un par de chamacos cagones? ¡Ándale güey! ¡Que se nos va la vida en un segundo y hay que vivirla al máximo!!

En ese instante esa frase trajo de repente a mi cabeza, como en una película de esas en las que ponen al protagonista recordando su pasado, levanté los ojos al cielo como buscando dentro de mi mente, el recuerdo del día en que juramos hacer todo juntos. Nos inventamos una ceremonia de pacto de sangre (con escupitajos claro, porque la sangre, aunque sea nuestra nos provocaba una combinación de miedo y asco). Cerramos tan fuerte las manos al entrelazarlas, que enrojecieron como sí en realidad se estuvieran transfiriendo de una a la otra. Con solemnidad marcial y bastante chistosa para unos chamacos de apenas diez años, juramos hacer todo juntos, como hermanos. Enumeramos las cosas que haríamos: ...la secundaria, la prepa, la universidad y por supuesto la misma carrera. enamorar un lindo par de gemelas para dar nuestro primer beso en iguales circunstancias, el día de nuestra boda doble y la cantidad de hijos que trataríamos de tener, nuestra primera pelea a madrazos con el primero que nos provoque, y una larga lista de tonterías propias de nuestra edad. Al momento de bajar del techo de la casa abandonada que fungió como centro de ceremonias, saltamos juntos tomados de la mano a un gran montón de zacate que amortiguo nuestra caída. Al recuperar nos del ataque de risa después de del aterrizaje, abrió sus ojos como cuando se le ocurría una descabellada idea:

- ¡Un salto en paracaídas desde el Cañón del Diablo! - me dijo tomándome por los hombros y sacudiéndome en forma telúrica combinada con mal de Parkinson...

En ese preciso instante, en el que terminé de recordar de donde habíamos sacado semejante idea y antes que yo pudiera acercarme a la orilla del acantilado, mi amigo con el paracaídas listo, saltó lanzando un grito de victoria que nunca olvidaré…

- ¡Nos vemos abajoooooooo!

Y en un leve instante, su descenso duro escasos segundos. Lo que vi me termino de quitar las pocas ganas que tenía de alcanzar mi sueño junto a mi amigo al pie de ese acantilado. 

Hoy a mis 87 años, con 56 bisnietos, 23 nietos, 7 hijos y una buena esposa que me cuida desde el cielo, me pregunto si debí haber saltado, me sigo preguntando: ¿Vale la pena alcanzar el más grande de nuestros sueños, aunque este dure sólo unos cuantos segundos?

Tal vez hoy regrese a ese acantilado, lo compruebe y si todo sale bien, se lo cuente a mis bisnietos…, si no, le contaré a mi amigo de todo lo que se perdió.


AUTOR: Carlos A. Suárez G..